Deylin Gutiérrez
De poco le sirvió a la presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, el baño de popularidad que recibió tras la visita de su homólogo Barack Obama a principios de mayo a San José.
No había pasado todavía la resaca por la visita de Obama al país centroamericano, cuando la mandataria tuvo que enfrentarse a uno de los peores escándalos de su administración.
El periódico La Nación y el Canal 9 de Costa Rica revelaron que la gobernante había utilizado en dos ocasiones un avión privado, propiedad de la empresa petrolera THX Energy, fundada por un colombiano que supuestamente estaba ligado con el narcotráfico.
La presidenta asistió al funeral del fallecido presidente Hugo Chávez en Venezuela y a la boda de uno de los hijos del vicepresidente de Perú, Luis Liberman, en la aeronave que le ofreció, de manera gratuita, el empresario andino.
Al parecer, los miembros del gabinete de la mandataria, entre ellos el ministro de Comunicación, Francisco Chacón -quién renunció a su puesto a raíz del escándalo- habían sido engañados por el colombiano, quien se presentó ante ellos con una identidad falsa.
La popularidad de Chinchilla
La mandataria costarricense enfrenta su último año de gestión con una popularidad en números rojos y en medio de duras críticas de los más variados sectores sociales, políticos y empresariales.
Una encuesta publicada en marzo de este año señalaba que el 55 por ciento de los costarricenses desaprobaban la gestión de su presidenta, quien a menos de un año de entregar el poder, solo contaba con el respaldo del 12 por ciento de los ciudadanos entrevistados.
Los otros escándalos
El caso del avión no ha sido el único que ha manchado la imagen del Gobierno costarricense, pero si el primero que afecta directamente a la seguridad de la presidenta y a la imagen del país centroamericano.
Durante varios meses, la administración de Chinchilla ha tenido que enfrentarse al escrutinio público de su país por el mal manejo en el conflicto con Nicaragua por el dragado en el Río San Juan. Ese conflicto causó la salida del canciller René Castro y del ministro de Seguridad Pública José María Tijerino.
El Gobierno ha sido criticado también por una cadena de corrupción en la construcción de una carretera fronteriza de 120 kilómetros a orillas del Río San Juan de Nicaragua. Por ese caso fue destituido el ministro de Obras Públicas y Transporte (MOPT), de Costa Rica, Francisco Jiménez.
El proyecto de la carretera, considerado el más importante y costoso de la administración de Chinchilla (13.8 millones de dólares), empezó a construirse en 2011 sin planos, diseños y sin un estudio de impacto ambiental.
Otro de los casos que ha minado la popularidad del Gobierno de Chinchilla fue la concesión a una empresa brasileña para el mantenimiento, ampliación y explotación de una carretera que conectaría la capital costarricense con el norte y occidente del país.
El Gobierno tuvo que cancelar el contrato con la empresa constructora tras las múltiples críticas de expertos, ciudadanos y diputados de la oposición que rechazaban la forma en la que fue adjudicada la obra.
Si no pasa nada extraordinario, Laura Chinchilla, dejará la Presidencia el 8 de mayo del 2014. Con ella se van unos años de crecimiento económico, pero también cargará con el no tan agradable reconocimiento de haber encabezado el Gobierno que más protestas sociales a recibido en los últimos años.